Por ejemplo, en la siguiente fotografía se puede apreciar la gran cantidad de basura que se encuentra a las orillas del “Canal de la Compañía” (Si se preguntan qué es esto, así se le llama al ducto de aguas negras de la ciudad) ubicado en el Valle de Chalco, por lo que, desafortunadamente siempre que llueve considerablemente, los pobladores de esta comunidad sufren -literalmente- tsunamis de caca.
Por eso ni siquiera la colilla de un cigarro se debe tirar en la calle, y aunque muchos dirán el clásico comentario “Que tanto, es tantito”, pues permítanme decirles que de acuerdo a cifras que presenta el INEGI, en México se fuman 550 millones de cigarros diariamente, entonces imagínense cuantas colillas de cigarro van a parar a las calles, así que hasta este pequeño producto de desecho afecta de forma considerable, sin mencionar la gran cantidad de incendios forestales que se originan a causa de esta actividad.
Entonces estamos de acuerdo de que la lluvia no es la que origina las inundaciones, además como muchos sabemos la lluvia tiene grandes beneficios, por ejemplo: limpia el aire, provee agua para plantas y animales, limpia las hojas de los árboles que están llenas de dióxido de carbono, se recargan los acuíferos subterráneos y provee agua para las presas que son fuente de energía eléctrica. Muchos podemos considerar lo anterior como sucesos intangibles porque estamos encerrados en la oficina o simplemente somos apáticos a la naturaleza y nos son irrelevantes los beneficios que la lluvia nos provee, pero lo que si les puedo asegurar es que la lluvia será el mejor remedio que encontrarán para regular la temperatura del ambiente, por aquellos que se quejan de calor sofocante.
Así que dejemos de repelar que por qué llueve tanto y exigirle a Tláloc que se detenga, porque la verdad no tenemos ningún derecho de realizar esa clase de comentarios, ya que no estamos haciendo absolutamente nada para detener el cambio climático.
Aprendamos a gozar lo que aún tenemos, disfrutemos un día lluvioso, si tenemos al ser amado a lado contemplemos junto a esa persona cómo llueve, la lluvia puede ser hasta inspiradora y propiciar que requieras calor, lo que origina contacto físico y demostraciones de amor.
Considerémonos afortunados de ver caer gotitas aún, porque imagínense que este fuera nuestro escenario.
En una pausa que hice al momento de estar escribiendo el post, me vino un recuerdo de cuando era pequeña: “Yo vivía en una ciudad costera, donde literal eran diluvios que caían en la clásica temporada de lluvias, así que mi máxima diversión era salir a mojarme y jugar en los ríos que se forman en las calles por exceso de agua cristalina, pero también me vino a la mente que el año pasado estuve en mi ciudad natal en la época de lluvia y las imágenes que observé no se parecían en nada a los recuerdos de mi niñez, porque ahora sólo veía pasar junto a las corrientes de agua de lluvia bolsas de basura, botellas de PET, pañales y un chingo de porquerías, con decirles que hasta un perro muerto vi pasar, imagínense, y entonces mi único pensamiento pudo ser de tristeza porque ni mis primos, sobrinos, hijos o nietos podrán disfrutar de esas tardes inolvidables que yo viví”
Así que después de un momento de melancolía y expresarles mis más sinceros sentimientos, les suplico por favor que cuidemos lo poco que nos queda y tratemos de remediar todo lo que hemos destruido.
Añoro mi Tapachula limpio, sin tránsito caótico y sobre todo verde, porque ahora entre OXXOS, AURRERAS, CINEPOLIS, CARROS Y COMBIS este es el paisaje actual.
Y ni se atrevan a pensar “¡Ay que exagerada!, pero si aún se observan arbolitos”, porque imagínense que antes todo el lado izquierdo de la fotografía era verde.
Y den las gracias de que no les puse el video con la canción de mi pueblo: Tapachula hermosa, sabes que te quiero, sabes que te adoro y allá en la distancia nunca te olvidaré...